top of page

Papanoel, te pido 2 pistolas en estas navidades. — Jorge Lanas

  • Writer: Loli Lanas
    Loli Lanas
  • 12 minutes ago
  • 2 min read

ree

Cositas y tesoros que uno encuentra en una casa en la cual ya nadie está. Silencios que guardan historias, rincones que respiran memoria. Entre todo, encontré una cartita a Papá Noel escrita por el Sambito. En su letra temblorosa decía: “Papanoel, te pido 2 pistolas en estas navidades. — Jorge Lanas.” Un papelito torcido, con letras de niño aprendiendo a soñar, que para cualquiera hubiera sido basura… pero para mí por siempre será un tesoro.

No sé por qué no me quedé con ese papelito. Lo dejé justo donde lo encontré, como si aún le perteneciera a esa casa, a mis papás, a los años que ellos lo guardaron como quien conserva un pedacito de amor. Hoy solo me queda la foto y el instante en que lo descubrí. Pero es suficiente. Porque hay recuerdos que, aunque no se puedan tocar, siguen sosteniéndonos como si todavía estuvieran vivos. Y ese papelito —su carta inocente, su alegría, su existencia— es uno de ellos.

Cuando yo vine al mundo y crecí a su lado, vi con mis propios ojos cómo esa alegría se hacía real. Cómo gozaba con los vecinos, matando tórtolas para que la empleada las cocine después. Llegaba como un gatito orgulloso, trayendo su premio, esperando la aprobación, el “bien hecho” que todo niño busca. Pero la verdad es que yo, chiquita como era, veía todo aquello con asombro, pena e intriga. Todo lo que él hacía me parecía increíble, hasta el hecho de matar un pájaro con un balín. Era como si mi hermano viviera en un mundo de aventuras que yo apenas empezaba a entender.

Claro que después me daba cosa ver a la empleada sacar de la congeladora al pajarito envuelto en papel periódico para desplumarlo y cocinar la tórtola para el señorito Sambo, como ella le decía—¡ja! Era una escena que mezclaba ternura, travesura y una inocencia rara, de esas que solo existen en la infancia y que uno recuerda con una sonrisa torcida.

En la casa, lo que quedó de esas épocas son los huequitos de las balas perdidas en la pared del cuarto de la empleada. Marcas de travesura y gozo, cicatrices diminutas de un tiempo en el que él era puro ímpetu, y yo apenas aprendía a mirar el mundo con ojos propios.

Y ahora, en la víspera de su aniversario, todo vuelve a mí con la suavidad de una brisa que entra sin pedir permiso. No como dolor, sino como presencia. Como si él se asomara desde algún lugar para recordarme que sigue aquí, en estas memorias que duelen bonito, en estas escenas impresas en los rincones de la casa y en los rincones de mi alma.

Mañana es el día en que nos dejó para acompañarnos siempre.

En su aniversario, no lo lloro con el peso de la ausencia, sino con la gratitud de haberlo tenido, de haberlo conocido así: travieso, brillante, imposible de olvidar.

Porque cada vez que cuento una de sus historias, cada vez que encuentro un papelito, una foto, una memoria escondida, es él quien vuelve. Vivo. Presente. Haciendo travesuras en el corazón.

Recent Posts

See All
Art Is My Religion

Art has always been more than expression to me — it is my path. Through creation, I connect to the deepest parts of myself — the ones that live beneath words and form. When I create, I cross the thres

 
 
 
Before I Forget — The Story Behind the Stories

When the words began to pour out of me, I didn’t understand what was happening. There was an urgency I couldn’t contain — as if I were late for something sacred. My fingers could not type fast enough

 
 
 
From a Right Wrong Turn to a Perfect Right Turn

Turning that corner after a really bad right turn I had made, I found myself crying like María Magdalena on a park bench near my house in Quito. To get to that park I’d had to make a right turn. I sto

 
 
 

Comments


 © 2019 by ML

  • Grey Facebook Icon
  • Grey Instagram Icon
bottom of page